sábado, 17 de enero de 2015

INTRODUCCIÓN

Es la familia quien se encarga de dotar al individuo de herramientas para la convivencia dentro de la comunidad, es aquí donde se aprenden conductas, valores, modelos de comportamiento, los cuales se repiten en el diario contacto con las demás personas.

En general los alumnos viven en familias nucleares aunque es sabido de sobra que la desintegración familiar es una situación por la que muchos de los alumnos están pasando y que tiene repercusiones negativas en los niños.

Situaciones como la anterior, padres y madres que trabajan por las tardes, falta de información y orientación sobre actividades que propician el aprendizaje en los niños resulta en la realización de actividades poco productivas y educativas por las tardes.

La investigación se llevó a cabo tomando en cuenta teóricos desde la perspectiva de la sociología educativa como James Coleman (1964), Max Weber (1971), Stevenson y Baker (1987).

Sauceda & Maldonado, 2003 refieren que “el nexo entre los miembros de la familia es tan estrecho que la modificación de uno de sus integrantes provoca modificaciones en los otros y, en consecuencia, en toda la familia. Así, al alterarse uno de los elementos del sistema, se altera indefectiblemente a todo el conjunto sistémico en sí situación que no es ajena al proceso educativo y que vemos reflejada en cada uno de los alumnos con los que trabajamos.

La forma en que el individuo convive y desarrolla las relaciones interpersonales en el aula suele ser el resultado de lo que ha aprendido en la familia; los niños que practican actividades extraescolares como la práctica de algún deporte, el cuidado de una mascota, pasear con los padres, suelen tener una mejor capacidad de interactuar con las personas que lo rodean.

Desde los últimos años del pasado siglo se han producido, en multitud de facetas de la civilización occidental, importantes cambios, que han generado un nuevo paradigma  en la  forma  de contemplar la naturaleza y el quehacer humano (Ramos, 1996). Paralelamente a estos cambios, se han  acumulado y agravado una serie de problemas que ameritan urgente solución, entre los cuales destacan: la crisis económica, ambiental, armamentista, energética,  así como  la disminución  de la calidad de vida de la población en general. Todo lo cual ha tenido graves repercusiones en su salud y en  el deterioro de las relaciones humanas.

La situación planteada evidencia la necesidad de desarrollar en las personas las competencias individuales y sociales, necesarias para afrontar las demandas propias de una  realidad sometida  a un permanente cambio. Ello sugiere que la escuela, además de alfabetizar con letras y números, debe propiciar también la alfabetización de las emociones, las habilidades sociales, la toma de decisiones y el manejo de las relaciones interpersonales (Teruel, 2000). Sin embargo, la escuela ha tenido una función prioritaria o casi exclusivamente de enseñanza y transmisión de aspectos académicos, sin responsabilidades explícitas y claramente establecidas en lo atinente a las competencias sociales del alumnado,  al bienestar interpersonal y personal.

No obstante, como apuntan Álvarez González y Bisquerra Alzina (1999), no es el currículo explícito o formal, el que determina el desarrollo personal y social del educando, esto depende  más del sistema de relaciones profesor-alumno y alumno-alumno que conforman la educación incidental o informal o “currículum oculto”, a través del cual el profesor actúa como agente de socialización y como formador de sus alumnos de manera no explícita, relacionada con la metodología, los estilos educativos y el clima socio-emocional que se genera en el aula.

Frente a esta variedad de exigencias que se hacen al docente, derivadas de los desafíos educativos, muchas críticas se han formulado como: la falta de motivación o de sensibilidad  de los docentes ante los requerimientos de la sociedad. (UNESCO, 2002).


También Sánchez de Fernández  (2001) agrega que la actuación de los docentes en las aulas está marcada por la inseguridad y el alto riesgo de tomar decisiones equivocadas; lo cual trae como consecuencia, un clima de relación poco favorable a la motivación de los agentes implicados en el proceso: alumnos y docentes. De Luca (1998) igualmente señala, que los docentes tienen enormes dificultades para regular los conflictos entre los alumnos y, Covarrubias (2000) agrega que entre las preocupaciones del maestro se encuentra: la disrupción, la falta de respeto y de disciplina, el maltrato entre alumnos y el aislamiento.

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